Cuando un turista piensa en la gastronomía española, normalmente -aparte de la paella y el jamón- le viene a la mente el tapeo. Y es que esta costumbre ha catapultado nuestra cocina internacionalmente. Una de las joyas de la corona, y la reina de la barra del bar, son las croquetas. Las hay de una gran variedad de tipos: bolitas pequeñas, grandes croquetones y de todos los sabores imaginables. Para los que no tienen tiempo, las más recomendables son las congeladas, pero ¿sabes cómo freír tus croquetas congeladas para que queden perfectas?
Aunque a priori pueda parecer que no hay mucha complicación, lo cierto es que al prepararlas en casa es frecuente que se deshagan y acaben convertidas en un revoltijo que parece de todo menos una croqueta. Otra posibilidad es que, aunque no se te rompan, no logres darles la textura crujiente y te queden blandurrias. Sea como sea, es posible que tengas la sensación de que nunca te quedan perfectas cuando las preparas en casa.
Trucos para freír croquetas congeladas
¿Cuánto aceite tengo que poner? ¿Cuándo las saco? ¿Están ya bien escurridas? Si eres de los que se hacen estas preguntas, no te preocupes. Vamos a contarte unos pequeños trucos con los que comprobarás que la técnica es sencilla. Con los pasos adecuados al freír croquetas congeladas, verás que quedan ideales: crujientes por fuera y cremosas por dentro.
- No las descongeles: saca las croquetas del congelador y mételas directamente en el aceite bien caliente, para lograr ese toque crujiente que buscamos gracias al contraste de temperaturas. Ten cuenta que este tip es extensivo a la mayoría de alimentos que compramos congelados y deben freírse.
- Usa la sartén adecuada: debe tener un tamaño acorde con la cantidad de croquetas que vayas a freír. Si son muchas -aunque en la mente de cualquiera de nosotros no haya lugar para algo como “muchas croquetas”-, emplea una sartén grande. Si vas a preparar pocas, te servirá con una mediana o pequeña. A ser posible, elige una que tenga las paredes altas, para que puedas verter suficiente aceite como para cubrir por completo las croquetas y no tener que darles la vuelta. Si esto no es posible, debemos llenarla por la mitad para darles la vuelta solo una vez.
- Elige el aceite más adecuado: pese a que el aceite de oliva es el que cuenta con un mayor valor nutricional, el ideal –tanto a nivel económico como por su resistencia a las altas temperaturas– es el aceite de girasol. Mientras que el punto de humo del primero está en 232°C, mientras que el del AOVE es de tan solo 160°C.
- Mantén la temperatura elevada: necesitarás que el aceite esté muy caliente –lo ideal es a 175°C –, ya que las croquetas congeladas bajarán la temperatura cuando entren en contacto con él. Si no tienes un termómetro, puedes controlar el punto del aceite con un palillo. Si lo sumerges y salen burbujas, es que ya está listo. Eso sí, no debe llegar en ningún momento a humear, pues en ese punto el aceite se estropea al quemarse y pierde propiedades.
- Cocínalas con paciencia: tienes que poner pocas croquetas en la sartén en comparación con el aceite, ya que si echas muchas de golpe, bajará la temperatura. Esto hará que tengamos riesgos de rotura, y al prolongar la fritura absorberán más aceite. Si notas que al incorporar más croquetas dejan de salir burbujas, esto significa que el aceite se ha enfriado demasiado. Tendrás que retirarlas y esperar a que vuelva a alcanzar la temperatura adecuada.
- Escúrrelas bien: cuando las croquetas estén bien doradas, sácalas con una espátula que tenga agujeros para escurrir el aceite. Si las vas a comer de inmediato, colócalas sobre un papel absorbente para retirar el exceso de grasa. Si vas a tardar en servirlas porque estás cocinando muchas croquetas, déjalas escurrir sobre un colador, ya que si sudan la grasa en el papel se te acabarán ablandado.